martes, 11 de diciembre de 2018

Casa Mora de Crevillente


La Casa Mora de Crevillente, un ejemplo de emprendedor. Una familia que vivía del ganado y del campo, y que poco a poco fue construyendo este magnífico lugar, en el que el verdadero valor es el trabajo realizado por su dueño.

Muchísimo gusto, tanto en la construcción de la casa, tipo arabesca, como en el jardín, en el que se combinan todo tipo de plantas, creando un montón de rincones, a cual más romántico.

La casa es difícil de encontrar, pues se encuentra en medio del campo, y es fácil equivocarse. Mejor guiarse por GPS.

Se pagan 6 € por un té, pero lo que merece la pena realmente, es la visita. Es una casa totalmente irregular, construida sin un plano, pero si con un objetivo; parece como si un día se hiciera una habitación, tres meses después otra, más adelante, un pasillo que las une, todo a diferentes niveles.

Es realmente difícil, cuando la has visitado, hacerse un plano mental de cómo es la distribución, pues no guarda ningún orden ni simetría. Haciendo la visita, vas pasando por un sinfín de pasillos y habitaciones, que es dónde están las mesas, y te puedes sentar dónde quieras, o dónde puedas, pues conforme avanza la tarde, se van llenando todas las estancias, para tomar el té.

Todo está decorado con yeserías, mocárabes, columnas, huecos, alfombras, mesas,  etc. Te recuerda a las habitaciones de la Alhambra, pero trasladado a un hábitat casero, dónde lo puedes ver todo y sentarte en el rincón que más te guste. En una zona de la casa, tienes que ir sin calzado.

Cuando sales al jardín, ocurre lo mismo. Todo irregular, muchas plantas de todo tipo, fundamentalmente tropicales y subtropicales. Flores por doquier; no sabes cual sería tu rincón favorito. Hay fuentes, arriates, pilares, cenadores, bancos, empedrados, solados de barro, de ladrillo, de piedra, de mármol, pérgolas de madera, muchas macetas, y un largo etc.

Es espectacular, pasear por el jardín al atardecer, pues colocan multitud de velas, que confieren junto con un alumbrado muy tenue, una carácter romántico y muy entrañable. En algún lugar, podemos ver también un brasero encendido en dónde te puedes quedar embelesado, mirando el colorido de las ascuas.

Es un placer, para los sentidos, en dónde tomarte un té, puede durar toda una tarde.